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miércoles, 27 de abril de 2011

Cuadro de caballo en desarrollo

óleo de 100x130 cms (sin terminar)
Siento una gran admiración por nuestros hermanos los caballos, están dotados de una inteligencia y belleza muy singular. Han sido fieles servidores del hombre, ahora menos cuando apareció el auto. Nunca tuve un caballo y pocas veces montado uno, pero siempre que puedo los observo y me acerco con la intensión de hacer contacto y a veces lo logro. Su mirada me intriga porque siento que nos observan y que saben de algo que no pueden comunicarnos.

Cuando niño dibujaba muchos y algo aprendí pero igual que las puestas de sol son imposibles de superar en pintura. Harán unos siete años sentí por primera vez la necesidad de pintarlos y comencé a explorarlos más detenidamente hasta un punto cuando tuve que desligarme de la obviedad de lo formal para llegar a una idea del animal que reflejara su grandeza. Ahora estoy pintando el que muestro después de mucho tiempo y es algo realista pero creo que no está concluido, debe evolucionar como muchos más lo hicieron.

miércoles, 20 de abril de 2011

Los Centinelas

No acostumbro darle nombre a mis cuadros, pero este es algo diferente y lo amerita. Pienso que titular una pintura es muchas veces restarle, decir algo que sobra o infringirle daño intelectual. Es muy tarde remediar el error si existe en este caso pero intentaré explicarlo. Antes debo decir también, que me complica hacer un comentario de mi obra porque los sabores propios son más sabrosos cuando los prueba otro y hay cosas que no está en mí decir.

"Los Centinelas"150 x 120 cms.
Cuando comencé a pintar este cuadro solo sabía que sería tema de mar, que involucraría un par de personajes y que lo cubriría con un azul ultramar subido levemente con blanco. Claro que no era llegar y pintarlo sin siquiera tener un boceto o foto para inspirarme, tenía que improvisar haciendo contacto con esa fuerza muchas veces esquiva de la creatividad. Esos instantes de lucidez son cortos y hay que aprovecharlos, el resto del tiempo se lo pasa uno especulando, como buscando un sendero en bosque tupido. Personajes o figuras humanas no estaban presentes últimamente, lo que me planteaba un desafío.

Hay varios hombres debajo de esa capa azul del cuadro, ya los tapé, no servían en la composición. Después de varios intentos, se me ocurrió hacerlos de espalda, mirando una especie de bahía y nosotros los espectadores también mirando como ellos miran. Son veteranos del mar que descansan porque la pega ya no es pescar sino esperar al tiempo que pase sin novedad, los botes están volteados porque también cesaron sus funciones.

Contemplar el gran azul, es estar en silencio. Sentarse en tu casco, es decir de aquí soy y voy a cuidar de mi bahía para que siga siendo lo de siempre, sin contaminarme con colores innecesarios tal vez regresen muchos peces y vuelva al mar profundo de donde siempre he sido.

miércoles, 13 de abril de 2011

El gozo de pintar

Quería referirme a este tema como consejo a los artistas que sufren demasiado  o que racionalizan tanto su trabajo, que se les pone cuesta arriba cualquier nuevo emprendimiento. Incluso a los que se sienten muy malos o faltos de creatividad.


Hoy existe una tendencia en el arte a explicar conceptualmente la obra  que a su vez debe tratar de ser lo más original posible, impactante, soberbia y demás. Las galerías comerciales avalan estas creaciones como arte del momento,  arrastrando a muchas almas incautas a copiar de las experiencias y jugarretas de otros. El resultado en su mayoría es nefasto pero peor aún es la confusión que se le origina al individuo que entró en esto y ahora no sabe cómo salir.

Existe también la pintura de siempre, como un camino de recorrido lento y solitario, porque las cosas no ocurren de un día para otro. Esto no quiere decir que la obra sea siempre lenta en la práctica, o pintar a solas alejado del resto, ni que haya riesgos que tomar. Hablo de un trabajo honesto como  continuidad del aprendizaje constante, que acepta el desafío que significa evocar desde el uno mismo, que no tema al desapego, al error ni al vacío del blanco de la tela ni a la incomprensión, aunque les garantizo felicidad. La pintura verdadera se enfrenta siempre con dificultades que en el fondo son obstáculos a sortear y motivo para ejercer la creatividad inherente a cada uno. Esta experiencia como la del aventurero, nos coloca en un estado  de expectación que es para disfrutarlo  aunque no anticipemos lo que viene.

Gocen con su trabajo, aprendan a quererse y aceptar lo que nos toca.

miércoles, 6 de abril de 2011

Lo que veo en este cuadro

¿Qué quiso decir cuando pintó este cuadro? me consulta el espectador y yo no sé que responder, porque a decir verdad no trato de decir algo. Enseguida me intriga saber lo que él ve y le paso la pelota. Para mi sorpresa ha dicho cosas que no imaginé en el momento de pintarlas y hacen sentido. En una muestra escucho muchos comentarios que valoro y unos pocos se me olvidan rápido.

Pintura serie "Islas flotantes" 120x120 cms
Ahora con más tiempo, un observador ha insistido en la pregunta y me animo a explicar el desarrollo e intensión de esta obra. Elijo pintar sobre las barcazas que siempre admiré de niño por su singular belleza y diseño, en esta ocasión quiero cubrir la superficie de la tela con ellas, pero las concibo cada vez más solas, como  estoicas frente al paso del tiempo y sus nuevas modernidades. Allí están entregadas a la suerte de lo que resulta cuando sintetizo, las reordeno  de otra forma animadas desde una geometría que exalte la unidad del conjunto, las quiero unas mas realzadas que otras, donde el agua o el cielo no consigan serlo para superar la mirada de paisaje.  La tela como un escenario donde se desarrolla un acto teatral, donde se disputan o se asocian los elementos hasta conseguir un todo, sin ruidos confusos, con algo de tensión o conflicto como debe ser la vida y como debe ser el arte que se hace preguntas.

El tema es un clásico de la pintura pero no lo considero una Marina, ni cerca a lo que llaman pintura “decimonónica”, porque no es una composición donde la representación sea un símil de la realidad, ni donde el campo visual se sostiene por un horizonte, ni por hechos anecdóticos que lo desvinculen de lo que es la esencia o sea que al voltear el cuadro siga sin perder significado independiente del sujeto-tema. Esto no se trata de memorias sino de la imaginación, quiero algo primitivo que huya de naturalismos odiosos como lo logra un Turner, de coloración labrada y mágica de un Tamayo, de manchas espontáneas de un Manet, de serenidad y equilibrio de un Giotto. Si ellos han tenido parte en lo mío, en Chile también la pintura de los sesenta entrando en los setenta como Couve y en especial Villaseñor, mi maestro de la Universidad de Chile. A ellos los otrora maestros les debo la inspiración que ahora transfiguro en mi propia gramática.