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viernes, 27 de diciembre de 2013

El brillo de navegar en mi chalupa


El motivo del viaje al pensar diferente frente a lo que viene, es experimentar una forma de navegación que me permita despertar, salir de mis convenciones y explorarme junto al entorno como nunca antes. Al contrario, insistir en mis metas y expectativas, donde el objetivo vale más que el trayecto en sí, me priva ver en el hoy, un presente atento y transformador.

Decimos querer aprender cosas nuevas y nos disponemos ir en procura de los proyectos que nos auto fijamos. Hacemos todos los preparativos para lograrlo con prontitud y sin perder tiempo nos lanzamos a ciegas al océano en nuestras fabulosas naves ultra equipadas. Allá vamos sin distraernos de nuestro destino, con la vista y la mente fijas. Ordenados y eficientes logramos llegar rápido y sin gran contratiempo. Quién sabe si en verdad llegamos. Lo que sí sé es que los instrumentos de navegación me hicieron la pega. Sin yo hacer gran esfuerzo, sin hacerme preguntas ni estar atento a lo otro, me sujeté a la globalización de la indiferencia como dice el Papa Francisco y no miré a nadie ni nada mas allá de lo mío.

Pero en esta desfigura de viaje, no solo hemos equivocado el objetivo, sino también hemos desaprovechado cada momento presente que significa estar viendo las señales transformadoras que se cruzan e interactúan en mí cuando vivo la experiencia del viaje. El objetivo deberá ser entonces, la travesía, y donde quiera que me lleve, allí comenzará otra nueva, hasta el fin de los días. 

La chalupa como vehículo de navegación, aunque primitiva y simple, me representa a mí, solo, sin accesorios, ni historias, ni creencias. No que no sirvan, pero debo comenzar de la nada a remar en un ambiente que parece hostil, donde no existen salvavidas, ni compases. O tal vez están incorporados, como capacidades especiales dormidas en mi interior pero que se atrofiaron con el desuso y la mala enseñanza. No tengo otra opción, debo creer, tengo que despertar, debo poner atención y confiar que en este planeta no estoy solo , que cada insignificante bicho puede colaborar conmigo, las corrientes marinas, la constelación de estrellas, el vuelo de un pájaro, la temperatura del aire, el sol y mi vecino.

Necesito descubrir mi propia alma cuerpo y mente en su desempeño alquímico con todos los elementos, sirviéndonos para un fin mayor que desconozco pero que me transportan liviano y sin culpas. Todo a mí alrededor es un factor de orientación, de bendición y asombro. ¡Este sí es viaje! Con esta opción me tardo en recorrer, pasa más tiempo, me doy muchas vueltas, algunos dicen me equivoco harto y desaprovecho oportunidades pero al fin descubro al que me asemejo, sentado o de pie en mi nave mítica.

martes, 29 de enero de 2013

Tapizando aldeas

TAPIZANDO ALDEAS/ un sueño que estoy urdiendo
El propósito fundamental de este proyecto es “descubrir al otro”.

Hasta antes del año 75 El Longino se arrastraba lento por su trocha angosta
recorriendo estaciones de poblados que lo recibían alegres. Los frutos del
campo en su algarabía de colores, gritos y risas se recortaban sobre parajes
de belleza indescriptibles . Los fierros se arrastraban hasta el lejano desierto .

Iquique su destino final, demoraba tres días desde Estación Mapocho .

Faltan dos años para que pasen cuarenta, de silencio y olvido.

Desde hace algún tiempo recorro las antiguas estaciones fantasmas y
averiguo cosas, hago preguntas y sobre todo tomo apuntes que después
algunas llegan a ser pinturas. Desde Polpaico a Til Til, para luego subir a
Rungue y subir otro poco hasta Las Chilcas en la sub estación Meiggs, un pueblo
de unas 50 personas, alguna vez más de 200 que hoy crían cabras, venden su queso
Y algunas aceitunas, donde jamás se detiene algún vehículo que va al norte.

Bajar la quebrada al valle Aconcagua hasta Llay Llay y La Calera. Aquí se continúa
al puerto o se sube al tren al norte, siguiendo a Nogales, cruzando un par de túneles
a Catapilco y así eternamente por paisajes y poblados espectrales.
Ahora dentro de mi cabeza recuerdo las veces que he enseñado cursos de
dibujo a personas del campo, como aquellas de Huanhualí, cerca de Los Vilos,
como aprendieron a conocer su fauna y flora silvestre y luego patentaron
sus imágenes ya digeridas por mentes abiertas y sensibles.
La tarea resumiéndola , consiste en apoyar y entrenar a personas en la mirada
profunda hasta encontrar complicidad con su entorno, a recordar su pasado y a
descubrir un presente desde el dibujo hasta la pintura como en otros oficios,
donde cada uno sea protagonista de escenas e historias que visualicen mundos
transformados, donde el resultado sea de valor estético llegando a tapizar
uno por uno estos villorios y llevarle a sus gentes sus símbolos propios,
por la vieja trocha, reencontrándonos unos con otros en las viejas estaciones.

Un par de semanas atrás llevé a tres hermanas que hacían dedo en Rungue, iban
a Llay Llay a comprar dulces para celebrar la navidad con los niños del pueblo.

Yo me di cuenta en ese momento que esa gente tiene un enorme potencial,
que no necesitan mucho para ser felices y que su juventud hace enorme
esfuerzos por reafirmarse en su terruño y que a la primera idea mía de ir a
ofrecer un taller ellos se llenan de esperanza e ilusión. No tenemos más remedio
que ir a conocer gente buena y trabajar juntos un proyecto de arte que ayude a
crear identidad, a recobrar los oficios al llamado de la bocina de una gran locomotora.

Yo soy convencido después de una larga trayectoria en la educación de las artes,
que todo ser humano se conecta a su esencia a través de su creatividad y que ésta
se bloquea en una sociedad abocada a explotar recursos naturales , vender y borrar
pasados, donde el valor no está en la persona. Cuando el ser que sea, recrea su mundo
con técnicas de expresión, los sueños aumentan y las utopías se validan. En el modelo
económico actual y de convivencia social, lo que proponemos es “resistencia a la apatía”.

Ahora expongo en pocas palabras esta visión y la comparto con ustedes para que
la alimenten, la perfeccionen y se suban al Longino y hagan el viaje con alegría,
colaborando con un plan para sacar adelante una misión noble y fascinante.

viernes, 4 de enero de 2013

Obra contemporánea “La 624”


Camino  el pasaje con mis alumnos y me detengo,
en esta ventana de fachada algo me asombra,
el vano tapiado presenta un diseño único.
Es el pasaje Victor Cuccuini 624 de Recoleta.
Posiblemente sus dueños ancianos de una vida en este barrio
por falta de recursos demuelen su propiedad en mal estado,
mantienen su fachada y la cierran  para cuidar lo poco,
así  nadie entre a defecar o saquear escombros útiles
porque tan pronto junten dinero, la reconstruyen.
Con tablas de repisa, cholguán de cajones y otras
se improvisa un diseño de postigo seguro y sustentable.
Una  limitación da lugar a la creatividad  y la pobreza se
enriquese pese a toda la precariedad de lo escaso.
Todo por cubrir el rectángulo sin una pieza única de OSB.
Se construye con ordenamiento dinámico de partes desiguales,
con horizontales imperfectas, colores de contrapesos asimétricos,
textura de superficies añosas que se complementan, suave relieve
 cuya luz da paso a sombras leves que destacan la materialidad
diversa del  encuadre, un bello acierto de diseño funcional.
Podría ser una obra de Pancho Brugnolli en el MAC o un
tema de pintura del geométrico Gustavo Poblete de los 60
llamada “La 624”.