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martes, 13 de mayo de 2014

Mucha atención con el coipo martir

Dos fines de semana antes de Semana Santa encontrándome en mi casa de barro con Loreto,mi hijo Emilio y su amigo Felipe, esto es al interior de Punta Pullay cercana a Papudo; nosotros durmiendo y ellos conversando junto a la fogata, sentí  los ladridos persistentes de mi perra Almendra, el Polo y el infaltable Tome de la señora  Mary. Pensé sería una vaca que se entró, pero la algarabía de los perros fue tanta que me levanté a  mirar. Era entrada la noche y los jóvenes trataban de calmar a los perros. Me acerco y

observo un extraño animal ya muerto en la tierra. Según me contaron ellos, creían ver a un enorme waren que atacaba a los perros en defensa propia y no podían en verdad identificar lo que veían. Yo nunca antes vi un coipo en vivo pero no me costó identificarlo, por su hermoso pelaje, sus dientes frontales de paleta, sus pies traseros   como waletas para el agua y sus manitos largas delanteras. Quedé aturdido con la tragedia y molesto conmigo mismo por no haber podido evitar su muerte.
Al día siguiente tomé los restos del animal y le celebramos un entierro. Me sentí  incómodo  al balbucear palabras de perdón y otras promesas que le hice. Como si me escuchara desde su otra vida. Pensé harto sobre él y su lucha encarnizada contra los perros, haciendo un último esfuerzo por su vida, como si se tratase de impedir mas atropellos contra la naturaleza y su entorno. La resistencia final  del coipo era una señal de lo que será la batalla por el agua, la preservación del medio, la sustentabilidad y las minas de oro que arrasan con el agua y envenenan la tierra con mercurio.

Allí  estamos colaborando directa o indirectamente con el avance arrollador de la modernidad, sin darnos cuenta, pacíficamente nos hacemos cómplices de la muerte de nuestra fauna y flora. Traemos nuestros perros que actúan desde su naturaleza cazadora, dejamos pasar los abusos de empresarios inescrupulosos y estamos felices siempre que no nos molesten con problemas ajenos, como si no nos tocaran.

Hasta donde vamos a llegar. Son ellos mismos, los mas primitivos animalitos que nos anuncian la destrucción, los que dan la lucha sin tregua muriendo en el intento. No podemos hacernos los lesos ni tampoco permanecer desunidos sin trabajar organizadamente en contra de la abulia propia. El drama mas terrible es que lo que hacemos en su contra lo hacemos en contra nuestra.

En alerta permanente,