Una manera de pintar

Desde un tiempo largo he decidido radicarme en la figuración por una cuestión de gusto personal y por una intensa necesidad de traducir la realidad de mi entorno en sensaciones visuales únicas. Los temas o contenidos no se originan del mito, la historia o la filosofía, aunque algo de aquello se denota,  una carga emotiva  asociada a lecturas no convencionales de la experiencia. Por lo mismo no es una pintura de representación, ni  realista o surrealista, ni impresionista o expresionista, no lo sé definir pero algo sí tengo claro, que toda la historia de la pintura se coló de alguna forma.

Autoretrato de Rembrandt

Nadie pinta de la originalidad sino de lo aprendido y esto en referencia a lo que nos toca, que posiblemente se modifica a una postura única pero que como dije se vincula a lo ya existente. Yo he aprendido a apreciar  la pintura desde Rembrandt hasta Picasso y más  lejos aún, de manera que a todos los contengo. Pero a estas alturas de mi vida menos mal, ya la exploración si así se define la experiencia, se asienta en una línea pictórica de transición sin sobresaltos. Esto no es mejor que los altibajos de una personalidad cambiante  cuando navega con lucidez, pero cualquiera sea el estilo si se quiere, me deja conforme  una pintura cuando me sorprende.

Autoretrato de Picasso

Hablando de la obra en sí, puedo decir que nunca tengo una idea clara de la composición a realizar. Al comienzo es un juego de pura improvisación de manchas y color, luego desde una temática acordada, empiezan algunos trazos  a insinuarse y la mancha se hace objeto y el color contrapunto.  Las sesiones  son rápidas e intensas pero dejo tiempo a la contemplación, momento en que la obra sugiere cosas, colores, texturas y modificaciones profundas. Estas marcan etapas de progresivas transformaciones con capas cubrientes y otras transparentes donde luchan entre sí la abstracción sin límite pero repleta de significantes con los significados admitidos por la realidad conocida.